No se puede negar que Joao Felix volvió al Chelsea el pasado verano en busca de revancha tras un primer tránsito en el que no brilló e incluso, la polémica le acompañó en varias acciones.  Al final, pese a su voluntad no cuajó y Mauricio Pochettino, descartó una compra o una renovación de la cesión. Primer traspiés en Stamford Bridge, básicamente porque no se adecuó al sistema de juego, en una época turbulenta en el club  no fue una solución y terminó diluyendose en su afán de cautivar, pero tampoco se excedió en méritos.

Volver al Bridge en una segunda etapa con Enzo Maresca que a simple vista apostaría por su talento, pareció prometedor para el talentoso jugador portugués; que sin embargo, 5 meses después ha naufragado porque no ha tenido como competir ante el sideral  ascenso de un jugador como Cole Palmer, que le ha cerrado todas las accesos de la titularidad; incluso, en el esquema de Maresca 4-2-3-1 o 4-3-3, no ha tenido hueco por lo menos en la Premier, en la Conference ha sido otra historia, claro con una exigencia menor.

El problema de Joao Félix como ya le pasó en el Barcelona, en el Atlético de Madrid y ahora en una segunda etapa en el Chelsea,  es que no termina de ser un jugador de equipo, es un valor con mucha calidad, con talento para el desequilibrio,  pero que no tiene compromiso en acciones defensivas y que colabora poco  para el equipo en materia de sacrificio. Nadie puede discutir su talento individual, lo que se discute es cómo encaja su personalidad futbolística en un equipo de máxima exigencia, un equipo que te pide no sólo ser desequilibrante en ataque, sino que ser sacrificado en acciones de contención. Trabajar sin balón no ha sido lo  suyo. Y  Joao, no ha conseguido digerir esa exigencia y mucho menos tener regularidad en su fútbol.

Joao Félix para tristeza de muchos, se ha quedado en un jugador de acciones aisladas, muy exhuberantes y llamativas, pero poco más. El  jugador seductor, constante, incisivo, desequilibrante e inagotable en el desequibrio que irrumpío con fuerza en el Benfica por allá en 2018 (43 partidos, 20  goles en todas las competiciones) y que llamó la atención de varios grandes de Europa como el Inter y el mismo Manchester United, se terminó marchando al Atlético de Madrid por una cifra récord de 127 millones de euros. Simeone apostó por él, su talento se exhibió a cuentagotas y la exigencia defensiva del entrenador argentino, no le cuadró del todo. Mala actitud y una salida por la puerta trasera a la que ya está acostumbrado.

Ahora llega al Milan tras pedido expreso de Sergio Conceicao, que veremos como puede explotar su calidad en el cuadro "rossoneri" y  como le puede encontrar un hueco en el esquema 4-3-3 que podría ser como un interior por el carril derecho o en el cambio de sistema como un enganche por detrás de un punta. Veremos si encuentra un sitio,  si es capaz de trabajar para el equipo a nivel defensivo -poco  probable- y si es capaz de mantener una regularidad en su rendimiento - más que improbable-.

Da la impresión que el mejor Joao Félix, se quedó para siempre en Lisboa en aquella temporada para el recuerdo en el Benfica. Desde entonces, ha ido dando tumbos sin ser un jugador concluyente, que era a lo que apuntaba, un Joao Félix para el olvido.